El respeto es una de las claves del nuevo escenario político abierto en Euskal Herria

22.12.2011 21:14

 

   El respeto es una de las claves del nuevo escenario político abierto en Euskal Herria

La declaración de los firmantes del Acuerdo de Gernika en relación a las víctimas del conflicto realizada  en Aiete supone un nuevo paso en la dirección estratégica tomada por el grueso de las fuerzas soberanistas vascas para, primero, lograr establecer un escenario democrático en el que no se dé conculcación de derechos alguna y, a continuación, lograr la consecución de sus objetivos políticos por medios pacíficos y democráticos. La unilateralidad es una de las claves de esa estrategia, no hay duda. Pero esa unilateralidad no puede ser comprendida si no se entiende que, a su vez, uno de los valores centrales de la misma es la honestidad. Todos los pasos dados a raíz del debate que llevó a la izquierda abertzale a un cambio estratégico, desde los propios términos del debate interno hasta la última de las declaraciones públicas, han estado marcados por la honestidad, también la declaración hecha pública ayer.

En ese sentido, el reconocimiento del dolor y el sufrimiento generado, acompañado de una sentida muestra de pesar, es un paso lógico, sensato, inteligente, humano y constructivo. La declaración avanza en ese camino. Evidentemente, su fuerza no es tal que pueda por sí misma cicatrizar las heridas a las que se refiere, pero es un paso necesario para que eso ocurra.

Asimismo, tal y como señala este nuevo documento del Acuerdo de Gernika, solo la superación definitiva del conflicto político garantizará que «nunca más se produzcan situaciones de violencia y vulneración de derechos humanos». Ese debe ser el objetivo último.

No obstante, la perdida y el sufrimiento acumulado requieren de tacto y respeto. Cada paso debe ser medido, sin ansiedad pero sin cejar en el empeño; si no, será tergiversado y, en consecuencia, poco efectivo. Costará, pasarán años y habrá que realizar un esfuerzo compartido para que definitivamente se cierren esas heridas. El respeto mutuo deberá regir esa labor y, en ese terreno, la ciudadanía vasca tiene hecha una parte importante del camino. En la sociedad vasca existe una conciencia clara de que han existido violaciones de derechos por ambas partes, de que unos y otros han mirado para otro lado cuando esas conculcaciones se realizaban «en su nombre». El escenario abierto cierra las puertas a una indiferencia ante el sufrimiento, tanto respecto al ajeno como al general, que ha sido parte de la estrategia del Estado mientras ha logrado mantener el bloqueo.

En contra de lo que plantean algunos, la izquierda abertzale también tiene una gran ventaja en este ámbito. En la ética revolucionaria los muertos son sagrados y el respeto a quien sufre es obligatorio. En este caso, la conciencia del sufrimiento propio no se ha convertido en una barrera para comprender la dimensión del daño causado. Esa capacidad para empatizar con quien realmente ha sido víctima en el conflicto vasco dará nuevos frutos, no solo para ese movimiento, sino para todo un pueblo.

Dicen que el deseo de venganza es cegador, y no cabe duda de que puede llegar a inhibir la inteligencia y la lógica política. Algunas de las primeras reacciones a la declaración  evidencian no haber leído el texto o, simplemente, el deseo de evitar a toda costa un nuevo escenario. La negación de la existencia de víctimas por ambas partes resulta «lógica» en ese sentido, porque es el modo de negar el conflicto político. También sus términos reales. Porque, si hubiese habido víctimas por ambas partes, ¿cómo se entiende que solo haya presos de una de ellas? Algunos van aún más allá, y quieren centrarse exclusivamente en «los casos sin resolver». Es de suponer que, teniendo en cuenta la impunidad con la que ha actuado una de las partes, en las cloacas del Estado no consideren esa una muy buena idea.

Más sorprendente resulta la valoración negativa de la declaración que realizó el PNV. Critica la equidistancia quien, al considerar igual todas las violencias, equipara la muerte de Melitón Manzanas y la de Josu Muguruza. ¿O no? Entonces, que deje de jugar al juego caduco de la «insuficiencia». Lo único incomprensible a estas alturas para una gran parte de la sociedad es que ese partido y ELA no hayan suscrito el Acuerdo de Gernika.

Una visión constructiva basada en el respeto

La declaración  se da en un contexto radicalmente distinto a otros muy recientes. Esa  misma semana en la Diputación de Gipuzkoa se rendía homenaje a las víctimas del franquismo, entre otros a los familiares de Angel Otaegi y Jon Paredes Txiki. Solo el PP no asistió al acto. Cabe recordar que hace tan solo unos pocos años esos familiares eran golpeados y humillados por la Ertzaintza en el cementerio de Zarautz por querer homenajear a sus muertos. Algo ha cambiado y no va a parar.

En un reciente libro titulado «Contra la neutralidad», el periodista Pascual Serrano recuerda unas palabras deEva Forest que vienen al caso. Dicen así: «Recoger los sueños de nuestros muertos y convertirlos en arma creadora que perfora imposibles y horada utopías en busca de nuevos caminos que aceleren el proceso de humanización, ¿no es ya el mejor homenaje?». Esa perspectiva es incompatible con sueños totalitarios, con la negación de la libertad. Aquí y ahora una visión constructiva solo es posible desde el respeto, también en el terreno de las víctimas.

 

 

 

 

DECLARACIÓN DEL ACUERDO DE GERNIKA

 

Donostia, 17 de Diciembre de 2011

 

 

 

Los agentes políticos, sindicales y sociales que el 25 de septiembre de 2010 suscribimos el llamado Acuerdo de Gernika, hemos tenido siempre claro que era importante, reconocer y abordar el sufrimiento de todas las víctimas de todas las violencias, como elemento necesario para avanzar en la superación del conflicto que las ha originado.

 

Por ello, en el texto que suscribimos el año pasado, se recoge expresamente la:”Necesidad de reconocimiento, reconciliación y reparación de todas las victimas originadas por el conflicto político y la realidad de las múltiples violencias”.

 

Entendemos que todas las víctimas de todas las violencias deben ser tratadas por igual, sin distinciones ni categorías, teniendo en cuenta las desigualdades de género. El dolor y el sufrimiento de cada cual no se puede, ni se debe medir. Las víctimas no son más o menos víctimas en función de cual haya sido el origen de la violencia sufrida, son víctimas porque han sufrido una violencia. Es la vulneración de sus derechos humanos más elementales quien las ha hecho víctimas.

 

Reconocemos el dolor y el sufrimiento que las múltiples violencias han producido en Euskal Herria, y mostramos nuestro pesar a los familiares de las víctimas mortales y a todas aquellas personas que han padecido lesiones físicas o psíquicas, provocadas tanto por la violencia de ETA como por las estrategias represivas y de guerra sucia de los estados español y francés.

 

En el transcurso de la confrontación armada, las partes y agentes de diversa naturaleza han mantenido una actitud de falta de sensibilidad hacia el sufrimiento y el dolor ajeno. Si deseamos construir una paz justa y duradera es crucial reconocer todo el sufrimiento padecido, y mostrar un compromiso y una voluntad clara por cicatrizar las heridas abiertas en nuestro Pueblo. Nuestro compromiso es firme y así lo mostramos.

 

Las organizaciones firmantes del Acuerdo de Gernika consideramos importante que se conozca la Verdad, todas y cada una de las verdades que la componen. Verdad, que debe ser analizada y construida desde todas las perspectivas, incluida la de género. Detrás de cada víctima hay una verdad. A todas y cada una de las víctimas se les debe el reconocimiento de su condición de víctima y se les debe el conocimiento de la verdad. La consecución de una sociedad justa y en paz, constituirá el testimonio verdadero para la memoria de todas las víctimas de todas las violencias.

 

 

 

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Reconocemos el derecho de las víctimas a ser recordadas, a que no se olvide lo ocurrido, a la recuperación de la memoria y a la realización de actos de recuerdo. La comprensión y el reconocimiento mutuo son básicos para lograr que todas las víctimas vean reflejado lo que les ha sucedido y se pueda escribir la historia real de todo lo ocurrido.

 

Entendemos que hay que abordar todas estas cuestiones con cuidado y respeto, sin utilizarlas como arma arrojadiza en el debate político. Hay que llegar a puntos de acuerdo que posibiliten y favorezcan la recuperación de las relaciones sociales y el respeto mutuo.

 

También hay que reparar el daño causado. Para ello, entendemos que es esencial la adopción de un conjunto de medidas, individuales y colectivas, orientadas a restituir los derechos vulnerados de las víctimas, y mejorar su situación. Tenemos que incentivar medidas de todo tipo, incluidas medidas políticas, que impidan que se repitan situaciones de utilización de la violencia y de vulneración de derechos. Por ello, mostramos nuestra voluntad y disposición a colaborar, participar e incentivar la convivencia y la reparación de todas las víctimas. Queremos volcar nuestro esfuerzo en el camino para conseguir la reconciliación y el respeto mutuo. Nuestro objetivo es una sociedad donde todas las personas ejerciten y vean respetados todos sus derechos.

 

Los sufrimientos del pasado han dejado un legado pesado y no debemos olvidar nunca a quienes sufrieron cualquier vulneración de sus derechos fundamentales, a quienes perdieron la vida, ni a los que vieron dañada su integridad física o psíquica, ni tampoco a sus familias.

 

Las organizaciones firmantes del Acuerdo de Gernika manifestamos que la superación definitiva del conflicto político es la garantía para que nunca más se produzcan situaciones de violencia y vulneración de derechos humanos. En ese sentido consideramos que el conjunto de fuerzas políticas vascas deberían abrir un proceso de diálogo sin exclusiones para buscar un Acuerdo que cierre definitivamente las causas del conflicto político.

 

Reafirmamos nuestro compromiso con los medios pacíficos y democráticos para resolver las diferencias sobre cuestiones políticas. Reconocemos la existencia de diferencias sustanciales en nuestras convicciones políticas, todas ellas igualmente legítimas, diferencias que dan muestra de la pluralidad de la sociedad de Euskal Herria. Por ello trabajaremos para avanzar con decisión hacia un marco democrático consensuado, promoviendo una cultura basada en el respeto mutuo.

 

                                                                                                                                                                        

 


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